Disculpen la cantidad de texto pero vean: cómo llevar a la mierda una familia 2022.

Tengo 23 años y mi historia comienza así. En enero de 2022, mi mamá falleció inesperadamente. Somos tres hermanos: yo, el mayor; mi hermana del medio (que tiene una hija que tuvo a temprana edad) y un hermano más pequeño, que tenía 9 años cuando esto sucedió, además de mi papá. Siempre fuimos una familia unida y “normal”, si es que se puede llamar así a lo tradicional.

Obviamente, esto nos tomó por sorpresa y fue solo el parteaguas para esta etapa de mi vida, que solo ha estado marcada por penas. Después de que mi mamá falleciera, nos vimos muy golpeados económicamente por los gastos funerarios, pero intentamos seguir con nuestras vidas. Yo estaba empezando una carrera, que tomaba en línea, pero jamás me metía a las clases. Cuando comenzamos a ir presencialmente, no lograba concentrarme. Después de un mes (febrero), empezamos a ver lo del dinero del seguro de mi mamá. No era mucho, pero había dejado algo; fuimos a las oficinas que nos indicaron y todo estaba aprobado y en orden, no nos pusieron trabas. Pero el día que mi papá fue a cobrarlo, le dijeron que la mitad de todo el dinero tenía otro destinatario: mi abuelo (el papá de mi mamá). Claro que se enojó, porque mi abuelo es un hombre muy tacaño y tiene bastante dinero. Siempre le molestaba que mi mamá prefiriera a su familia (hermanos y padres) que a nosotros, sus hijos, o a él. Yo no me molesté, porque pienso que una herencia es un regalo, no una obligación, pero sí sentí un poco de tristeza al ver que una vez más quedamos en segundo plano. Todo quedó ahí, y mi papá empezó a pensar en qué podía invertir ese dinero (algo que consideramos inteligente de su parte) y nos decía que si teníamos alguna idea, la habláramos. Pero un día, llegó con la noticia de que abriría un consultorio de ultrasonido con un doctor amigo de él (mi papá también es doctor) y, sin preguntarnos ni decirnos nada, ya había dado todo el dinero y un equipo de ultrasonido viejo que él tenía. Después, sacó un carro financiado. Para colmo, unas semanas antes de Semana Santa nos avisó que nos íbamos a ir de vacaciones todos a la ciudad de donde es él, a visitar a su familia (abril).

Nos fuimos y la verdad es que la pasamos muy bien, aunque yo, desde el inicio, tenía dudas de dónde estaba sacando el dinero. Ahí no tuvimos que pagar hoteles porque tenemos mucha familia, pero se puso a gastar en muchas otras cosas: comidas, carnes asadas, viajes a pueblos cercanos. Él ponía lo que fuera: alcohol, botanas, cigarros, etc. Pasamos dos semanas ahí, él sin trabajar y todos generando gastos. En este viaje, hasta mi cuñado (de parte de mi hermana) fue invitado, y mi hermana llevaba a su hija. Ellos no se preocuparon por ahorrar ni nada por el estilo, mi papá los mantuvo todo ese tiempo.

Regresamos y lo primero que me enteré al volver es que mi papá pagó todo con crédito. En su trabajo nunca obtuvo un permiso, solo se fue. No lo iban a correr, pero sí lo penalizaron con su sueldo. Para colmo, el dinero de la herencia ya estaba invertido en un “negocio” y en un carro financiado.

Las cosas ya iban mal en este punto. No nos habíamos dado cuenta de que a mi hermano más pequeño nadie lo estaba llevando a la escuela, mi papá llegaba todos los días tarde a su trabajo o no llegaba, y todo eso se descontaba. Mi hermana trajo a su pareja a vivir a la casa porque mi papá no le dijo nada. Yo me salí de la escuela para ponerme a trabajar, ya que veía que las cosas no pintaban muy bien. Pero aun así, sobrellevábamos la situación. Llegó mayo y mi familia empezó a plantearse la idea de mudarse a la ciudad de donde es mi papá. Mi papá es de una ciudad muy al sur del país (somos de México), mi mamá era de un pueblo en el centro del país (por la zona de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México) y nosotros, desde pequeños, vivimos en el norte del país, en un estado muy bonito, con buena economía. Siempre les fue bien a mis papás y nos dieron una buena vida. Vivimos siempre solos en el norte, sin tíos, primos o abuelos, ni de parte de mamá ni de parte de papá. Cuando escuché lo de la mudanza, me opuse rápidamente. Les dije que solo lo decían por tristeza, que les había gustado como unas vacaciones, pero vivir ahí sería otro asunto y que nuestra vida en el norte era buena. Les comenté que si nos llevábamos bien con todos era por lo lejos que estábamos. La idea de mi papá y hermana era esta: mi hermana, mi hermano, mi cuñado, mi sobrina y yo nos iríamos en julio (era mayo), mi papá se quedaría trabajando y levantando su negocio, y para el próximo año (2023) nos alcanzaría y abriría otro consultorio en su ciudad natal. Yo me acuerdo que los escuché y pensé por unos momentos que era broma. Les dije que un negocio no se levantaría en ocho meses, que ni siquiera tenían fecha para iniciar a trabajar, que las tarjetas de crédito estaban al tope (porque la mía se la tuve que prestar para salir esos meses) y que además estaba pagando un carro (que para ese momento estábamos a un mes de que nos lo entregaran). Les dije que no había pies ni cabeza en sus planes y… me escucharon, se quitaron de la cabeza esa idea. Para este punto, la dinámica en mi casa ya era muy distinta a lo que conocía. Había una persona viviendo en el cuarto de mi hermana (mi cuñado lo quiero, pero es un inútil, aparte de conflictivo; dos años antes estuvo encerrado 8 meses en un centro de detención para menores). Yo no estaba mucho por estar trabajando, y mi papá, hermana y hermano seguían queriendo vivir con el mismo estilo de vida de siempre. Cuestiones como “¿qué vamos a hacer de comer?” o el deficiente manejo del dinero nos estresaban día con día. Yo no era un santo entre ellos. Si no estaba en el trabajo, estaba en casa de mi novia o en mi casa, pero encerrado en mi cuarto con ella. El único que estaba solo era mi hermano pequeño. Nadie se acordaba de él, aunque sí era el único, después de mi papá, que veía por la situación financiera.

Así llegamos a julio, mes en el que mi hermana organizó el bautizo y los tres años de mi sobrina. Rentó un local y hizo la fiesta (algo imprudente, si me preguntas) con dinero de mi papá, porque la familia del novio no puso mucho (su familia también es conflictiva y sin tantas posibilidades económicas). Otro gasto muy grande que, una vez más, nos desestabilizó. En estas fechas, me percaté de que el negocio que mi papá había iniciado seguía sin empezar, lo cual ya empecé a cuestionar. Me di cuenta de algo: se estaba metiendo mucho dinero, y mi papá, desde el primer mes, se acabó el suyo. Entonces, el resto lo estaba poniendo el otro doctor. Mi papá seguía siendo socio, pero ahora con una deuda, y todas las decisiones las tomaba el otro doctor. En esas mismas fechas, se suponía que ya debíamos tener el carro, pero el lugar donde mi papá se afilió solo hacía más larga la espera. Ahí fue cuando me dije que lo mejor era que pidiera un reembolso y recuperara lo que pudiera. Obviamente no me escuchó y siguió pagando. Empecé a tener muchas peleas con él. Él se enojaba siempre diciéndome que cómo yo, un chamaco, le iba a decir cómo hacer las cosas, y yo me enojaba porque sentía que nos estaba llevando a la mierda. Él se molestaba porque trabajaba y decía que mi obligación era seguir estudiando, pero él ya pagaba la escuela de mi hermana, la de mi hermano, mantenía a mi sobrina y a mi cuñado. Él tenía ya dos trabajos, de los cuales pagaba la casa, la tarjeta de crédito, los gastos del hogar (como comida, gas, agua, luz, gasolina, etc.). Aparte, había días (él ya nunca estaba por estar trabajando) que mi hermana me iba a pedir dinero para la comida. Ese año nunca logré ahorrar nada, porque todo se me iba en apoyar en mi casa. No me molesta eso, pero sí me molestaba que me regañara por trabajar y nunca me dijera gracias o algo por el estilo por ayudarlo en lo que podía. Finalmente, le hice caso (en agosto), me salí de trabajar y me metí otra vez a estudiar. Me empezó a ir muy bien en la escuela. Aparte, volví al gimnasio y me empecé a sentir de maravilla. Fui el mejor de mi clase y era considerado como el “más inteligente” del salón. Claro que también era de los más grandes y, aparte, yo ya había ganado muchísima experiencia laboral para ese entonces. (Desde antes de que mi mamá falleciera, ya había trabajado mucho. Dejé la prepa por trabajar justamente y la terminé en un examen después). Otra vez salía con mis amigos, me encontré con mi mejor amigo de la secundaria en esa universidad y nos la pasábamos genial. Pero como yo ya lo había previsto, un día me dijo que estaba muy difícil llevar todos los gastos. No tuve problema con eso, me salí del gimnasio y me puse a trabajar en un restaurante en las tardes. El dueño era amigo mío porque le trabajé de mesero cuando tenía 15 años y me puso en un puesto donde podía tener mi computadora a un lado haciendo mis tareas o estudiando, y aparte trabajando. Con eso, me pagué la escuela, lo que me quedaba del semestre. Tenía una beca en esta universidad, y era bastante accesible para mí pagarla. Todo seguía estando bien, aunque hasta el día de hoy extraño mucho el gimnasio. Durante los siguientes meses, además de que mi papá y yo seguíamos discutiendo por casi todo, lo veía llegar a veces un carro con una señora, y a veces los veía salir. Ella nunca bajaba ni se metía a la casa, pero yo ya me imaginaba que era una novia o algo así. Qué decepcionante fue ver a mi papá con otra mujer a 7 meses de haber fallecido mi mamá, pero desde meses antes me preguntaba con quién hablaba tanto por teléfono. Yo pienso que esa mujer ya estaba en su vida desde antes de que mi mamá falleciera. Pasaron los meses, llegamos a diciembre, el carro financiado seguía sin aparecer y el negocio de mi papá seguía sin trabajar. Para colmo, se comprometió con un hermano de mi mamá a mandar dinero para el rancho de su familia, en el cultivo que era de mi mamá (cultivo en el que yo ya había trabajado un año antes, fue una gran experiencia la de ser agricultor). Pero mi tío no es la mejor mente para los negocios y solo obtuvo pérdidas. (Evidentemente, tampoco mi papá es una mente brillante en las finanzas). Pero para este punto, yo estaba resignado. Solo esperaba a ver cómo los aplastaba la bola de nieve que estaban haciendo y me limitaba a lo mío nada más, claro que apoyaba en lo que se me pidiera. Desde que entré a estudiar en agosto, hasta el mes de enero, varias veces se ponía la opción de mudarnos sobre la mesa, y en todas me oponía. Sinceramente, yo sabía que era una mala jugada, pero aparte no quería irme y dejar mi escuela que me gustaba y mi novia que tanto amaba. Pero una noche de diciembre, tal vez la tristeza me invadió porque la última navidad y año nuevo que pasé con mi mamá los pasamos muy bien juntos, y en esa tristeza les dije que sí a la mudanza. No sé qué pasó, solo lo vi viable y me hizo sentir bien la idea del cambio. No se hicieron esperar, al siguiente día ya estaba mi hermana organizando la mudanza. Me retracté a la siguiente semana, les volví a decir que era mala idea, que solo hablé con tristeza y lo dejaran por la paz, el tema no nos llevaría a nada bueno. Pero ya era tarde. Si tuve la opción de quedarme, lo iba a hacer, pero ya había estado encargándome de mi hermano más pequeño y me dolía mucho imaginar que se iba a ir solo, entonces finalmente lo acepté, ya en contra de mi voluntad, sintiéndome culpable de todo por mi estupidez de una noche en la que me sentía triste. El 24 de enero de 2023, en la noche, estábamos en el aeropuerto: mi hermana, mi hermano, mi sobrina, mi cuñado y yo. Despidiéndonos, estaban mi papá, una doctora amiga de mi mamá, la familia de mi cuñado y mi novia. Yo tenía unas ganas inmensas de llorar. No la quería dejar, pero tampoco quería dejar solo a mi hermano… La abracé, le di un beso, pasé a la sala de abordaje y ahí lloré por 4 segundos. Me secé las lágrimas y esperé mi avión. No pude terminarla, quedamos en una relación a distancia, pero ya me sentía con el corazón hecho bolas en ese momento.

Ustedes dicen si quieren escuchar el 2023.